El despido como un duelo: reflexiones desde la psicología en Recursos Humanos
Sin embargo, incluso después de muchos años en esta profesión, sigue siendo difícil acompañar un proceso de despido. Es una situación incómoda, ingrata y, sin duda, muy triste.
Las relaciones laborales, al igual que las humanas, se basan en vínculos que se construyen con compromiso, acuerdos y convivencia. Lo que pasa a las personas, pasa en las organizaciones. Pienso en esto como en una relación de pareja: comienza con la danza del cortejo (como en el reclutamiento), pasa por una fase idílica llena de promesas y expectativas (el onboarding), y luego viene el viaje compartido. Crecemos, aprendemos y creamos vínculos. Pero, al igual que en las relaciones humanas, también hay quiebres, rupturas y deslealtades que duelen.
El despido como duelo: un evento traumático
El despido es, para muchas personas, un evento traumático. Según diversas investigaciones psicológicas, se encuentra entre los eventos más estresantes en la vida de una persona, solo superado por la pérdida de un ser querido. Este dato subraya la necesidad de entender el despido como una forma de duelo, un proceso que atraviesa distintas etapas emocionales, como lo describe la Dra. Elisabeth Kübler-Ross en su modelo de las cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
Es crucial que quienes estamos en Recursos Humanos comprendamos esta experiencia desde una perspectiva empática y profesional. Cada persona vive el duelo del despido de manera única, y como profesionales, nuestro rol no solo es técnico, sino también profundamente humano.
Buenas prácticas para acompañar un despido
Con el impacto emocional que tiene este proceso, es fundamental actuar con responsabilidad, empatía y profesionalismo. Aquí comparto algunas recomendaciones:
Separar roles: Como profesionales de RRHH, acompañamos el proceso, pero no siempre tomamos la decisión. La responsabilidad de comunicar el despido debe recaer en el jefe directo o gerente, quien tiene una relación más cercana con la persona. Nuestra tarea es guiar para que esa conversación sea humana y respetuosa.
Preparar la comunicación: La conversación debe ser breve, clara y, sobre todo, empática. No es el momento para recriminaciones ni discusiones innecesarias.
Cumplir con las obligaciones legales: Los pagos deben estar listos antes de la reunión. Prolongar este proceso solo aumenta el malestar y el sufrimiento de la persona despedida.
Cuidar las palabras: Evitar comentarios hirientes o juicios innecesarios. La decisión ya ha sido tomada y no hay lugar para discusiones estériles.
Brindar apoyo post-despido: Es recomendable ofrecer servicios como asesoramiento laboral, talleres de recolocación o acceso a programas de bienestar. Esto no solo ayuda a la persona despedida, sino que también fortalece la imagen de la organización.
Proteger el clima organizacional: El resto del equipo también vive el impacto de un despido. Comunicar con transparencia y brindar apoyo emocional a los compañeros puede mitigar la incertidumbre y el miedo que genera este tipo de eventos.
Despedir a alguien nunca será una tarea fácil ni grata. Sin embargo, forma parte de nuestro quehacer como gestores del talento humano. Entender el despido como un duelo y acompañar este proceso con empatía y profesionalismo puede marcar una gran diferencia en la vida de quienes enfrentan este momento difícil.
Si estás atravesando esta etapa o preparando a tu equipo para enfrentarla, recuerda que en Recursos Humanos también somos humanos y nuestra misión, incluso en los momentos más difíciles, es cuidar de las personas y honrar los vínculos que se construyeron en el camino.
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