El poder de la risa sanadora: entre la neurociencia y el alma femenina

La risa bajo la lupa de la ciencia: un fenómeno neurobiológico transformador

Risa Sanadora Baubo y Uzume
La risa es una de las expresiones humanas más universales y paradójicamente más subestimadas. Desde la perspectiva de la neurociencia, la risa desencadena una compleja cascada de reacciones en el cerebro y el cuerpo, involucrando neurotransmisores, estructuras cerebrales profundas y respuestas fisiológicas que no solo alivian tensiones, sino que también fortalecen la salud física y mental.

Cuando reímos, se liberan endorfinas, también conocidas como las “moléculas de la felicidad”. Estas sustancias naturales actúan como analgésicos internos, reduciendo el dolor, disminuyendo el cortisol —la hormona del estrés— y generando una sensación de bienestar que puede durar horas después del estímulo.

Estudios de la Universidad de Stanford y de la Clínica Mayo han demostrado que la risa puede mejorar la función inmunológica, favorecer la salud cardiovascular y reducir significativamente los síntomas de ansiedad y depresión. Incluso existe una rama terapéutica formal conocida como geloterapia, que se aplica en entornos clínicos, educativos y organizacionales.

Pero no se trata solo de reírse de algo: reír con otros tiene un componente social poderoso. Desde la infancia, la risa facilita el apego y la cooperación. En contextos de adversidad, grupos humanos han utilizado el humor como una estrategia colectiva de resiliencia. Lo vemos en hospitales, en cárceles, en campos de refugiados y en las sobremesas familiares. La risa une, libera, humaniza.

Más allá de lo fisiológico: el inconsciente, el símbolo y el desahogo sagrado

Desde una mirada psicoanalítica, la risa adquiere dimensiones aún más profundas. Sigmund Freud, en su obra El chiste y su relación con el inconsciente, planteó que el humor funciona como una válvula de escape para tensiones reprimidas. A través del chiste, se libera una energía psíquica que de otro modo quedaría atascada o somatizada.

Más adelante, Lacan aportaría la idea de que el humor puede fracturar el lenguaje estructurado del yo, abriendo espacios donde lo real irrumpe con una fuerza incontrolable. Sin embargo, aunque estos enfoques permiten comprender el rol catártico del humor, la psicología junguiana nos ofrece una lectura aún más simbólica y transformadora.

Para Carl Gustav Jung, el alma no solo busca sentido, también anhela integración. Y en ese proceso, la risa puede ser el puente entre la sombra y la conciencia, entre la rigidez del yo y la vitalidad del arquetipo. Reír es, en términos simbólicos, un acto alquímico: disuelve estructuras mentales, relativiza el ego y permite que la energía psíquica fluya hacia nuevas configuraciones.

Cuando reímos, se activa una función trascendente: emerge lo inesperado, lo irracional, lo lúdico. La risa puede unir opuestos, como el dolor y el gozo, la pérdida y la esperanza. No en vano muchas de las figuras arquetípicas femeninas asociadas a la sabiduría —como la vieja bruja o la abuela sabia— también ríen fuerte, incluso con picardía. Porque saben que en la risa se esconde una verdad más profunda que la solemnidad.

Y cuando la risa se produce en grupo —particularmente entre mujeres—, cobra además un carácter ritual, simbólico y reparador. En ese espacio circular, el inconsciente colectivo se activa: se ríe lo que antes dolía, se nombra lo innombrable, se hace alquimia de lo cotidiano. Es el alma femenina, en todas sus etapas, recuperando el poder de lo espontáneo, lo irreverente y lo vital.

Baubo y Uzume: las diosas que rieron por nosotras

En la tradición griega, Baubo es la figura arquetípica de la risa obscena, del chiste subversivo, de lo corporal como medicina. Fue ella quien, según el mito, logró que Deméter —consumida por el dolor tras la desaparición de su hija Perséfone— rompiera en carcajadas y recobrara las fuerzas para seguir su camino. La risa de Baubo no es frívola: es una sacudida simbólica, un acto de profunda compasión disfrazado de insolencia.

En Japón, Uzume es la diosa del amanecer, la que baila frente a la cueva donde Amaterasu se ha encerrado, llevándose consigo la luz del mundo. Su danza es ridícula, divertida, incluso provocadora. Y es esa risa colectiva, provocada por Uzume, la que logra que Amaterasu salga de la oscuridad. Como Baubo, Uzume no tiene miedo al ridículo, porque sabe que en el humor reside un poder mayor: el de despertar lo dormido.

Ambas diosas nos enseñan que la risa puede ser sagrada, y que compartirla entre mujeres es un acto de curación ancestral.

Desde la neurociencia, la risa es medicina.
Desde el psicoanálisis, es liberación.
Y desde los mitos, es alquimia.

Reír juntas es un acto político, psicológico y espiritual. Es tender puentes entre lo herido y lo vital. Entre lo reprimido y lo posible. Por eso, en Desde Mi Psique te invito a ver este video especial que creamos con tanto amor y simbolismo, donde Baubo y Uzume bailan y ríen con nosotras, cerrando un ciclo de sabiduría femenina con alegría, irreverencia y ternura.

“La risa no es solo un síntoma de alegría, es un acto de resistencia, de descompresión psíquica y de comunión ancestral.”

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