Tambores de Año Nuevo




Tambores
Pintura al óleo Sombrero Vueltiao de Erlin Paredes, Canalete Córdoba
En el país de las manzanas vivía una joven doncella llamada Ariadna, era muy inteligente, observadora y amable. Un día salió al Bosque con su canasta a juntar manzanas para la mermelada de Fin de Año y en el camino se encontró con su amiga Afrodita, una joven muy coqueta, vanidosa y con muchos pretendientes. Se saludaron y Ariadna se dio cuenta que Afrodita estaba llorando y le preguntó que le pasaba, entonces le contó que estaba muy triste y enojada porque su novio Dionisio la dejó plantada por una Fiesta de Fin de Año con sus amigos a orillas del Rio Tiber, para colmo estaba segura que a la Fiesta fue Salomé, una odalisca que causaba furor en las fiestas romanas y que coqueteaba con Dionisio desde hacía 6 lunas. Ariadna la escuchó un rato y al finalizar su catarsis le dijo con infinita paciencia, por qué no le llamás a Artemisa y van a la Fiesta de Fin de Año, con suerte conocen gente nueva y bailan un poco con los tambores de Remo, sólo que ambas eran conscientes que salir con Artemisa podría ser un poco aburrido, porque ella era demasiado independiente y antisocial, acostumbraba a tirar sus flechas a cualquier joven que le bromee. Afrodita le pidió entonces a Ariadna que vayan las tres juntas que no sea mala y le haga el aguante. A Ariadna no le divertían las fiestas, pero como le costaba decir que no fueron a buscar a Artemisa a la que encontraron cazando, para variar...


Al rato  Artemisa las saludo y Ariadna la puso al tanto de la situación, acordaron ir a la Fiesta del Río las tres juntas por el laberinto de la montaña, el camino más corto para llegar al Río, pero también el más peligroso. Sólo Ariadna conocía los intrincados caminos del laberinto de la montaña del Norte, un lugar frío y oscuro, caminaron un buen trecho hasta que escucharon un suave canto, Afrodita que era bastante miedosa, se asustó, pero Ariadna, conocía ese canto: No temas Afrodita, es la Sibila, la bruja sabia. Se acercaron lentamente y saludaron a la mujer, una anciana encorvada y ciega que juntaba en una especie de bolsa hierbas de la montaña. - Buenas Noches Doncellas que las trae por aquí en esta noche sin luna? dijo la Anciana. Vamos a la Fiesta del Río Maestra Sibila, Ohh una fiesta en pleno verano! Ahh la juventud, en mis tiempos, también era un tiempo propicio para el amor. Quieren bellas damas un oráculo para el año que comienza? Artemisa que no creía en los oráculos se apartó en el acto; Ariadna consideraba que no podían perder  tiempo en ese momento porque llegarían tarde, pero Afrodita entusiasmada acercó sus manos a Sibila, quien tocando la palma de su mano le dijo: Sólo cuando aprendas a amarte a ti misma, el verdadero amor te encontrará! 

Afrodita apartó sus manos, no comprendió el oráculo y no quería pasar por tonta por lo que dijo: llegaremos tarde a la fiesta, debemos marcharnos! Sibila sonrió y le dijo: Hija toma esta pócima, cuando veas a tu amado, mezclala con hidromiel antes del amanecer, si el amado es tuyo, un beso te dará, mas si en las estrellas otro destino escrito está, tendrás que soltar, sin titubear, si no lo haces, un castigo del cielo caerá. Es la ley, querida! Afrodita no estaba muy segura de comprender las implicancias de la pócima, sólo escuchó la primera parte del conjuro y salió corriendo con las chicas. 

Corrieron sin parar, extenuadas llegaron a un viejo y precario puente de uno de los brazos del ríos, estaban cerca pero al mismo tiempo el viaje se tornaba cada vez más peligroso ya que comenzaba a oscurecer.  Artemisa vió claramente que no podrían pasar el puente con todas sus cosas así que sentenció: pasaremos el puente una a la vez, y todas tendremos que dejar algo antes de pasar, entendido? Diablos! dijo Afrodita, dejar mi maletín de maquillaje!!! Costó 1000 manzupias  y tiene la última línea de maquillaje medieval para doncellas y hadas!!!  Artemisa dijo: Afrodita, está oscureciendo y es por ti que estamos haciendo esta odisea, así que deja el maquillaje y pasa el puente. A- HO-RA!!! Dicho esto Afrodita pasó el puente no sin antes encomendarse a sus dioses protectores. Ariadna miró sus libros, sabía que no podría pasar con ellos, pesaban demasiado, pensó para si que  a su vuelta los llevaría de vuelta a casa y los dejó al pie de un roble, pasó el puente en un santiamén, a su vez Artemisa dejó sus flechas y arco con cierto fastidio.

Cruzaron el puente y caminaron un corto trecho, y ya se comenzaban a escuchar los tambores y se veían luces de fogatas al otro lado del río, llegaron a la orilla del Tiber y vieron al Caronte, que aguardaba con siniestra sonrisa, pasajeros para su pequeño barco. Queremos pasar dijo Artemisa con firmeza, Ah si! dijo el Caronte y cómo pagarán su viaje? Se miraron con preocupación habían dejado todos sus metales antes de pasar el puente. Entonces Ariadna jurando que sería su último acto de sacrificio por esta aventura, se sacó del cuello un camafeo de piedra de Ágata que tenía entallado las dos cabezas del Dios Janus a quien por cierto estaban dirigidas las festividades del rio, Ariadna besó los rostros de Janus encomendándose a él como todos los  primeros días de Ianuarius y los entregó al Caronte, éste dándose por satisfecho las acercó al otro lado del Rio donde la Fiesta comenzaba la plenitud de su apogeo.

           La primera en destacar a la vista era Salomé, en una frenética danza alrededor de la gran fogata, Dionisio la miraba embelesado como casi todos los hombres presentes, su danza era sin duda hipnótica para ellos, al ver esto Afrodita se quedó quieta, un sinfín de emociones pasaron por su rostro en segundos, la última emoción que Ariadna distinguió sin margen de error fue ira, pura y sin filtros. Todo pasó en un segundo, Afrodita con una enorme jarra llena de hidromiel acercándose a Dionisio quien desprevenido no notó su presencia hasta que todo el contenido de la jarra terminó en su cabeza, satisfecha con una sonrisa asesina Afrodita dio media vuelta y fue a donde sus amigas que la miraban con la boca abierta. Dionisio, atónito quedó mudo y Salomé obligada a salir de su trance, cuando pararon de sonar los tambores corrió junto a Dionisio a ayudarlo con su ropa mojada, luego de unos segundos de absoluto silencio, Remo comenzó a tocar su tambor y sus compañeros le siguieron en el acto retomando el ritmo  interrumpido, una carcajada generalizada  reanudó los bailes con abundante vino e hidromiel y la vida siguió su curso.

        Afrodita vio de lejos a Dionisio embelesado con Salomé y comprendió que no era su amado, por fin terminó por comprender el oráculo de Sibila y decidida a comenzar a amarse y ser feliz bailó con sus amigas alrededor de la hoguera hasta el amanecer, cada toque del tambor se fue uniendo al ritmo del latir de su corazón, olvidó sus penas del momento y se dejó llevar por la alegría de vivir, cuando amanecía recordó la pócima que le había preparado la Anciana Bruja la agarró y derramó en las últimas llamas de la fogata, estas chispearon por un momento. Decidida a comenzar una nueva vida las amigas miraron el primer amanecer del nuevo año.









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