Tambores de Año Nuevo
Pintura al óleo Sombrero Vueltiao de Erlin Paredes, Canalete Córdoba |
Al rato Artemisa las saludo y Ariadna la puso al
tanto de la situación, acordaron ir a la Fiesta del Río las tres juntas por el
laberinto de la montaña, el camino más corto para llegar al Río, pero también
el más peligroso. Sólo Ariadna conocía los intrincados caminos del laberinto de
la montaña del Norte, un lugar frío y oscuro, caminaron un buen trecho hasta
que escucharon un suave canto, Afrodita que era bastante miedosa, se asustó,
pero Ariadna, conocía ese canto: No temas Afrodita, es la Sibila, la bruja
sabia. Se acercaron lentamente y saludaron a la mujer, una anciana encorvada y
ciega que juntaba en una especie de bolsa hierbas de la montaña. - Buenas
Noches Doncellas que las trae por aquí en esta noche sin luna? dijo la Anciana.
Vamos a la Fiesta del Río Maestra Sibila, Ohh una fiesta en pleno verano! Ahh
la juventud, en mis tiempos, también era un tiempo propicio para el amor.
Quieren bellas damas un oráculo para el año que comienza? Artemisa que no creía
en los oráculos se apartó en el acto; Ariadna consideraba que no podían perder
tiempo en ese momento porque llegarían tarde, pero Afrodita entusiasmada
acercó sus manos a Sibila, quien tocando la palma de su mano le dijo: Sólo cuando aprendas a amarte a ti
misma, el verdadero amor te encontrará!
Afrodita apartó sus manos, no comprendió el oráculo y no
quería pasar por tonta por lo que dijo: llegaremos tarde a la fiesta, debemos
marcharnos! Sibila sonrió y le dijo: Hija toma esta pócima, cuando veas a tu
amado, mezclala con hidromiel antes del amanecer, si el amado es tuyo, un beso te dará, mas si en las estrellas otro destino escrito está, tendrás que soltar, sin titubear, si no lo haces, un castigo del cielo caerá. Es la ley, querida! Afrodita no estaba muy segura de comprender las implicancias
de la pócima, sólo escuchó la primera parte del conjuro y salió corriendo con
las chicas.
Corrieron sin parar, extenuadas llegaron a un viejo y
precario puente de uno de los brazos del ríos, estaban cerca pero al mismo
tiempo el viaje se tornaba cada vez más peligroso ya que comenzaba a oscurecer.
Artemisa vió claramente que no podrían pasar el puente con todas sus
cosas así que sentenció: pasaremos el puente una a la vez, y todas tendremos
que dejar algo antes de pasar, entendido? Diablos! dijo Afrodita, dejar mi
maletín de maquillaje!!! Costó 1000 manzupias y tiene la última línea de
maquillaje medieval para doncellas y hadas!!! Artemisa dijo: Afrodita,
está oscureciendo y es por ti que estamos haciendo esta odisea, así que deja el
maquillaje y pasa el puente. A- HO-RA!!! Dicho esto Afrodita pasó el puente no
sin antes encomendarse a sus dioses protectores. Ariadna miró sus libros, sabía
que no podría pasar con ellos, pesaban demasiado, pensó para si que a su
vuelta los llevaría de vuelta a casa y los dejó al pie de un roble, pasó el
puente en un santiamén, a su vez Artemisa dejó sus flechas y arco con cierto
fastidio.
Cruzaron el puente y caminaron un corto trecho, y ya se
comenzaban a escuchar los tambores y se veían luces de fogatas al otro lado del
río, llegaron a la orilla del Tiber y vieron al Caronte, que aguardaba con
siniestra sonrisa, pasajeros para su pequeño barco. Queremos pasar dijo
Artemisa con firmeza, Ah si! dijo el Caronte y cómo pagarán su viaje? Se
miraron con preocupación habían dejado todos sus metales antes de pasar el
puente. Entonces Ariadna jurando que sería su último acto de sacrificio por
esta aventura, se sacó del cuello un camafeo de piedra de Ágata que tenía
entallado las dos cabezas del Dios Janus a quien por cierto estaban dirigidas
las festividades del rio, Ariadna besó los rostros de Janus encomendándose a él
como todos los primeros días de Ianuarius y los entregó al Caronte,
éste dándose por satisfecho las acercó al otro lado del Rio donde la Fiesta
comenzaba la plenitud de su apogeo.
La primera en destacar a la vista era Salomé, en
una frenética danza alrededor de la gran fogata, Dionisio la miraba embelesado
como casi todos los hombres presentes, su danza era sin duda hipnótica para
ellos, al ver esto Afrodita se quedó quieta, un sinfín de emociones pasaron por
su rostro en segundos, la última emoción que Ariadna distinguió sin margen de
error fue ira, pura y sin filtros. Todo pasó en un segundo, Afrodita con una enorme
jarra llena de hidromiel acercándose a Dionisio quien desprevenido no notó su
presencia hasta que todo el contenido de la jarra terminó en su cabeza,
satisfecha con una sonrisa asesina Afrodita dio media vuelta y fue a donde sus
amigas que la miraban con la boca abierta. Dionisio, atónito quedó mudo y
Salomé obligada a salir de su trance, cuando pararon de sonar los tambores
corrió junto a Dionisio a ayudarlo con su ropa mojada, luego de unos segundos
de absoluto silencio, Remo comenzó a tocar su tambor y sus compañeros le
siguieron en el acto retomando el ritmo
interrumpido, una carcajada generalizada
reanudó los bailes con abundante vino e hidromiel y la vida siguió su
curso.
Afrodita vio de lejos a Dionisio embelesado con Salomé y comprendió que
no era su amado, por fin terminó por comprender el oráculo de Sibila y decidida
a comenzar a amarse y ser feliz bailó con sus amigas alrededor de la hoguera
hasta el amanecer, cada toque del tambor se fue uniendo al ritmo del latir de
su corazón, olvidó sus penas del momento y se dejó llevar por la alegría de
vivir, cuando amanecía recordó la pócima que le había preparado la Anciana
Bruja la agarró y derramó en las últimas llamas de la fogata, estas chispearon
por un momento. Decidida a comenzar una nueva vida las amigas miraron el primer
amanecer del nuevo año.
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