Desencantos literarios
Desencantos Literarios |
Fue así que hoy comenzaron a venir a
mi mente infinidad de autores famosos decepcionantes. Recordé a la célebre
Anne Rice, quien fuera en su juventud una puntillosa atea declarada, autora de
la famosa saga Crónicas Vampíricas quien un día por sus circunstancias de vida
se declaró católica y creyente de Jesús, sus góticos fans entraron en crisis,
fue criticada, vilipendiada por el gran público emo que tanto la adoraba, hasta
que unos años después con la misma facilidad declaró otra vez, que aunque cree
en Cristo dejaba de ser cristiana, es probable que sus cambios de creencias y
paradigmas #vampicristianos hayan sido influenciados por su cuenta bancaria,
hasta hoy su Entrevista con el Vampiro
sigue siendo su obra más conocida, Lestat y el diablo Mennoch tuvieron más
ventas que su trilogía sobre el Mesías.
Una maestra de la vida me ha enseñado que uno no debe creer, sino investigar. El problema de investigar
suele ser que cuando más uno escarba, suele encontrar grandes decepciones, como
si de sacar las capas de una cebolla se tratara, hay veces que cuando uno
comienza a desenmascarar, al final se encuentra con un simple vacío. Por eso es
que encuentro en Karl Popper un sencillo y
útil aporte a la humanidad, en el que la búsqueda de la verdad consiste en descubrir
la falsedad de cualquier hipótesis. Nadie dijo
que ser un libre pensador sea fácil, sacar los velos de la maya lejos de ser garantía de
felicidad puede traer sufrimiento y decepciones varias.
En este mundo del revés termino mi
desencanto de fin de semana con una pregunta ¿Quién es quién en la viña de los dioses de la literatura? Hasta
hoy creo en la máxima “A fructibus cognoscitur arbor” por sus frutos conoceréis al árbol. Más no es menos cierto para mi otra verdad callejera que reza: en este mundo de vivos, el vivo vive del sonso, el
sonso de su trabajo y el diablo de sus maldades, por eso sólo me atrevo a sugerir que antes de consumir bestsellers dudosos investiguemos quién escribe, quién lo inspira y evitar llenar la biblioteca con rimbombantes títulos y páginas llenas de nada.
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