Los misterios del Tango
Tango |
- Ese sue帽o me cambi贸 la vida, dijo Casandra.
-Y tu cabello respondi贸 Lilith, ambas rieron con desparpajo al recordar el sue帽o en el que la abuela se vi贸 bailando tango con un apuesto caballero con la luna azul de fondo, interpretando el sue帽o como inequ铆voca se帽al del nuevo color de cabello que la acompa帽ar铆a a las clases de tango y en su b煤squeda de nuevos amores.
Cabello y blusa entallada azul, pulseras de pandora, aros y collares combinados, jeans y botas negras con taco aguja, Casandra no era una abuela normal, como nadie en su familia.
Lilith en cambio estaba exhausta despu茅s de un largo turno en el hospital apenas atin贸 a cambiarse el uniforme de enfermera olvidando dejar sus crocs en la casa, despu茅s de todo, la idea era llevar a su abuela a la milonga, dormir en el auto mientras ella bailaba para regresar juntas a casa y seguir durmiendo.
- Bajate y quedate conmigo un rato Lilith, no seas aburrida, hacele honor a tu nombre que con tanto esmero te elegimos!!!
Volvieron a re铆r y entraron. No pasaron cinco minutos cuando el primer cabeceo para Casandra la llev贸 a la pista del baile, Lilith no entend铆a como pod铆a gustarle a su abuela esos c贸digos del tango tan patriarcales, hab铆an debatido largo y tendido sin llegar a ninguna conclusi贸n.
- El cortejo es divertido sentenciaba Casandra cada vez que Lilith argumentaba en contra y as铆 terminaban horas de debates filos贸ficos.
- La milonga era realmente divertida, hab铆a gente de todas las edades bailando, el ambiente era relajado e informal. Lilith tomaba su agua t贸nica con hielo y lim贸n mientras miraba a los bailarines que avanzaban en el circulo en sentido contrario a las agujas del reloj, girando en el pavimento mosaico, concentrados en un baile que ten铆a sus propios rituales.
Una mirada la sac贸 de su arrobamiento, un hombre la miraba fijamente desde el otro lado de la pista, los ojos oscuros la observaban sin disimulo, percibi贸 un cabeceo, Lilith sonrojada, desvi贸 la mirada, no vino a bailar, tapo su cara con sus manos y cabellos rojos queriendo desaparecer de la intensa mirada, la sensaci贸n de ser observada desapareci贸 al minuto, sigui贸 mirando a los bailarines hasta que vio al hombre alto de ojos oscuros bailando con su abuela, la tanda termin贸 y Casandra se dirigi贸 con su flamante pareja a la mesa a descansar.
- Te presento a Juan, dijo Casandra
- Juan, ella es mi nieta Lilith, continu贸
- Mucho gusto dijo Juan mientras volvi贸 a mirarla. Lilith volvi贸 a sonrojarse.
Lilith no era t铆mida, ni callada, ni sumisa, ni obediente, pero en ese momento no pod铆a articular palabra, la presencia de ese hombre era tan fuerte que acaparaba todos sus sentidos, dej谩ndola atontada, era interesante, con mucha seguridad, demasiada, pens贸 para si y ten铆a una sonrisa absolutamente encantadora. Lilith estaba hechizada. La abuela escuchaba los comentarios de Juan sin mucho inter茅s, buscaba con la mirada a su pareja de baile anterior buscando un nuevo cabeceo que consigui贸 r谩pidamente.
Quedaron solos y en minutos la obnubilada Lilith re铆a como una adolescente dejando de lado todos sus prejuicios acerca de los hombres.
- ¿Bailamos? dijo Juan
- Tengo crocs, contest贸 Lilith con sonrojo permanente.
- Juan extendi贸 la mano y saco a bailar a Lilith
Lilith entr贸 a la pista pertrechada con las practicas que su abuela le ense帽贸 cuando comenzaba a estudiar tango, con el recuerdo de esas practicas sabatinas se anim贸 a bailar con Juan ante la asombrada mirada de su abuela Casandra. ¡Alabada sea Afrodita! dijo con una sonrisa mientras se preparaba para la siguiente tanda.
Juan avanz贸, primero el busto, luego la rodilla y finalmente el pie, marcaba el ritmo con maestr铆a.
-D茅jate guiar le dijo al o铆do.
Lilith cerr贸 los ojos y por primera vez en su vida se dej贸 llevar por los misterios del Tango y Eros.
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Feliz inicio de semana!!