Limerencia: el hechizo psicológico del amor idealizado

limerencia
La psicóloga estadounidense Dorothy Tennov acuñó el término limerencia en 1979 para describir un fenómeno tan antiguo como el amor mismo, pero pocas veces analizado con precisión científica: ese estado mental en el que la atracción romántica se convierte en una obsesión.

Su libro Love and Limerence: The Experience of Being in Love abrió un campo de estudio que sigue vigente en la psicología contemporánea, especialmente cuando se analiza la frontera entre el amor saludable y la idealización.

Qué es la limerencia

Tennov definió la limerencia como “un estado involuntario de intensa atracción romántica hacia otra persona, acompañado de una fuerte necesidad de reciprocidad”. A diferencia del amor maduro —que implica aceptación, conocimiento y estabilidad emocional— la limerencia se caracteriza por tres elementos principales:

  1. Pensamientos intrusivos: la persona no puede dejar de pensar en el objeto de su deseo, a menudo con un nivel de obsesión similar al de una adicción.

  2. Idealización: se exageran las virtudes del otro, ignorando o minimizando sus defectos.

  3. Ansiedad por reciprocidad: el bienestar emocional depende de las señales —reales o imaginadas— de correspondencia afectiva.

La experiencia puede generar una sensación de euforia, seguida de desesperación ante la más mínima distancia. Desde la neurociencia, se sabe que este estado activa los mismos circuitos cerebrales de recompensa que intervienen en las adicciones: dopamina, norepinefrina y serotonina.

Limerencia vs. amor

Mientras que el amor maduro es un proceso que se construye en el tiempo, la limerencia es un impulso que aparece de forma súbita y puede desaparecer igual de rápido. En el amor hay intimidad y compromiso; en la limerencia, predomina la fantasía y la búsqueda de validación.

Una relación basada en la limerencia puede sentirse intensa y mágica, pero suele carecer de estabilidad. De hecho, muchos conflictos de pareja —especialmente en las primeras etapas— se explican por la diferencia entre el enamoramiento idealizado y la posterior confrontación con la realidad.

La mirada junguiana: proyección y autoconocimiento

Desde la psicología analítica de Carl Jung, la limerencia puede entenderse como una forma de proyección arquetípica. Jung postuló que cada persona lleva en su inconsciente figuras internas: el Ánima (principio femenino en el hombre) y el Ánimus (principio masculino en la mujer). Cuando alguien encarna esos rasgos inconscientes, el encuentro activa una proyección poderosa. No amamos tanto a la persona real, sino a la imagen interna que proyectamos sobre ella.

La limerencia, vista desde esta perspectiva, revela una necesidad profunda de integración: el deseo de encontrar fuera de nosotros aquello que aún no hemos reconocido dentro. Por eso, cuando el hechizo se rompe, puede sentirse como una pérdida, pero también como una oportunidad de autoconocimiento.

El espejo del arte: “Los Amantes” de Remedios Varo

La artista surrealista Remedios Varo ilustró este fenómeno de forma magistral en su cuadro Los Amantes (1963). En la pintura, dos figuras se miran encandiladas, pero lo que observan no es al otro, sino su propio reflejo en un espejo. El gesto simboliza la otredad, la fascinación por la propia imagen proyectada en el otro.

La obra, inspirada en el poema La muerte de los amantes de Charles Baudelaire, muestra cómo la pasión puede ascender como vapor y terminar ahogando a quienes no distinguen entre el amor real y su reflejo idealizado. Del mismo modo, la limerencia puede ser una experiencia transformadora si aprendemos a ver más allá del espejo.

Cómo reconocer la limerencia

Algunos indicadores comunes incluyen:

  • Pensar constantemente en la otra persona, incluso sin reciprocidad.

  • Interpretar cada gesto o mensaje como una señal de amor o rechazo.

  • Idealizar al otro y minimizar cualquier aspecto negativo.

  • Experimentar cambios de humor extremos según la atención recibida.

  • Sentir que la propia autoestima depende de esa relación.

Reconocer la limerencia no implica negar la emoción, sino ponerle conciencia. Comprender sus mecanismos permite transformar la idealización en aprendizaje emocional.

Más allá del hechizo

La limerencia es un fenómeno psicológico complejo, pero también una oportunidad de crecimiento.
Puede ser el punto de partida para preguntarnos: ¿Estoy realmente enamorado del otro, o de lo que representa para mí?

Cuando logramos responder con honestidad, damos un paso hacia un amor más maduro, basado en el reconocimiento mutuo y no en la proyección.

Entender la limerencia no es desromantizar el amor, sino reconocer que la pasión sin conciencia puede transformarse en dependencia. Como escribió Jung: “Uno no alcanza la iluminación imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad.”

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🎥 “Limerencia: el hechizo del amor idealizado”



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